Cuando en 1971 un pequeño grupo de activistas se mostraba preocupado por las pruebas nucleares que Estados Unidos planeaba desarrollar en Amchitka, resultaba difícil imaginar que esa pequeña protesta en medio del frío del hemisferio norte podría haber llegado a tener el alcance de lo que hoy significa Greenpeace en el mundo.
Entonces, tan decididos como osados, esos primeros inconformistas alquilaron un viejo barco pesquero -el Phyllis Cormak- y pusieron proa rumbo a Alaska. Querían interponerse entre la armada americana y la isla. La idea de esa embrionaria acción es la misma que se mantiene hasta hoy: denunciar, proteger e incomodar.
El grupo estaba integrado por Dorothy e Irving Stowe, Marie y Jim Bohlen, Ben y Dorothy Metcalfe y Bob Hunter. Juntos pensaron en una palabra que sintetizara el espíritu de esa entonces naciente agrupación. Preocupación por el planeta y la oposición a las armas nucleares dieron pie a una palabra todavía llena de poder y mística varias décadas después: Greenpeace.
El barco y su tripulación nunca llegaron a destino, ya que la guardia costera los detuvo antes. Sí, es cierto, fracasaron porque la bomba fue detonada, pero triunfaron porque la osadía de la acción retumbó más que la bomba misma.
Hoy Greenpeace es una de las organizaciones ambientalistas más importantes del mundo, con presencia en más de 41 países en todo el orbe. Y hoy, como ayer, y como también lo hará mañana, sigue denunciando, protegiendo e incomodando.
Ese espíritu indomable es el que reside desde hace 22 años en las oficinas de Chile, un rincón alejado del mundo, pero hasta donde el sueño de los primeros fundadores se mantiene vivo ya por más de dos décadas.
Hoy, en la oficina de Greenpeace en Chile trabajan una veintena de personas, mientras que los socios son más de 21.000.
Los estudios de percepción exhiben que la reputación de Greenpeace en Chile es sólida. Somos una entidad reputada, respetada y muy querida en el país. El compromiso, por lo tanto, es enorme. No solo para mantenerse, sino para ir más allá todavía. Queremos seguir protegiendo, denunciando y trabajando por otro mundo que tiene que ser posible.
Los desafíos son muchos en esta parte del mundo. Por ejemplo, lo que pasará con los más de 24.000 glaciares que existen en el territorio nacional, cifra que representa más del 82% del total de los existentes en América del Sur. Este fin de semana, cuando los chilenos los admiraron, quizás no se enteraron que nuestro país no posee un adecuado marco jurídico para protegerlos y que están al arbitrio de los irreparables daños que en ellos pueden generar actividades de explotación.
Algo similar ocurre en los mares de Chile. Basta mirar lo que ha sucedido con la crisis en Chiloé, donde quedó de manifiesto que frente a una industria en expansión como la salmonera, simplemente se decidió usar el mar como vertedero. Para decirlo con claridad: el mar chileno está en peligro y no descansaremos hasta que esté a salvo.
La buena noticia, sin embargo, es que del proceso constituyente que vive hoy el país se deriva una gran convergencia en torno a la necesidad de cuidar el medioambiente nacional y establecer con él una relación de respeto. Esto abre la posibilidad de reflexionar en serio, más el agregado de una voluntad política inequívoca, para así estar a la altura de los urgentes desafíos medioambientales del país.
Greenpeace existe porque esta frágil Tierra merece una voz. Necesita soluciones. Requiere un cambio y acciones concretas para garantizar que ello ocurra a la velocidad necesaria. Con este compromiso quienes formamos parte de Greenpeace seguiremos protegiendo, denunciando e incomodando a quienes aún se resisten a ese cambio.
Mi más sincero agradecimiento a todos quienes han permitido recorrer este camino y en particular a los socios que son soporte de nuestra garantía más básica: ser independientes. Greenpeace no acepta dineros de empresas, partidos políticos ni gobiernos. Solo así podemos actuar donde y contra quien haga falta.
Seguiremos trabajando como lo hemos hecho en estos 22 años. Y lo seguiremos haciendo el tiempo que sea necesario.
Matías Asun
Director Nacional Greenpeace en Chile
Publicado en: greenpeace.org/chile/es/