En 1791 fue fundado el Hospital San Juan de Dios, por Fray Rosauro Acuña y don José Gambino. Esto bajo Decreto Oficial del 22 de febrero de 1791, firmado por el Gobernador General de Chile don Ambrosio O’Higgins.
El año 1835 un terremoto obliga a trasladar la ciudad a un nuevo emplazamiento y con ello se hace necesario un hospital, entre otras tantas necesidades.
Don Dario Arrau Lagos dona un terreno para el nuevo recinto hospitalario en la manzana ubicada entre la Cañada del Poniente (que hoy conocemos como Avenida Brasil), Itata, Rosas y Gamero.
Además de don Dario, otras personas hacían aportes para la ciudad. La filantropía era habitual, como por ejemplo, la señora María Urizar, que dona su fundo “La Hijuela de Niblinto” o don José Miguel Mieres, que donó 4 mil pesos en oro para un Hospicio.
Pasó el tiempo y las 60 camas del hospital se hicieron pocas.
Con la finalidad de atender a ambas zonas (Chillán y la ubicación antigua de la ciudad, donde muchos rehicieron sus casas) el Gobierno envío dinero para construir un nuevo hospital “San Juan de Dios” que atendería a los dos chillanes.
El terremoto de 1939, como sabemos, dejó a prácticamente toda la ciudad de Chillán en el suelo. Casas, calles, edificios públicos, religiosos, por nombrar algunos, sintieron la fuerza del terremoto y quedaron convertidos en ruinas o en muy malas condiciones.
Los heridos comenzaron a ser atendidos en la plaza de armas (Plaza O’higgins) y del Hospital San Juan de Dios se salvó la capilla, volviendo a ser necesario un nuevo hospital.
Unos meses antes, el 01 de Junio de 1938, la Junta Central de Beneficencia envió una carta los albaceas de la fortuna de doña Herminda Martín Mieres, con el proyecto de construcción de un nuevo hospital.
Gracias a esta gestión y al interés que tenía doña Herminda por mejorar el acceso a la salud, se contó con el dinero para comprar el terreno y construir el nuevo hospital, esta vez, en la parte oriente de la ciudad.
El año 1945 es inaugurado el Hospital Herminda Martín, en honor a quien aportó los fondos, los que hacen gala de una filantropía que ha ido desapareciendo.
¿Y cómo hizo su fortuna?
Doña Herminda nació en 1867. Sus padres fueron don Pelegrín Martín y Marty (médico cirujano que llegó a mediados de 1847 a Santiago desde Barcelona) y de doña Isidora Mieres Lantaño. El padre de doña Isidora era un gran terrateniente.
Don Pelegrin, padre de doña Herminda, además de sus actividades como médico, se dedicó al estudio de las aguas termales. Escribió “Estudio sobre las Aguas Sulfurosas de Chillán”, impreso en Valparaíso en 1858 por Tornero y compañía.
Muy joven, doña Herminda se casó con don Anfión Muñoz y Muñoz, Chillanejo, quien se desempeñó como Ministro de Estado de Obras Públicas, debiendo asignar a colonos grandes extensiones de tierra en Victoria, Rariruca y Curacautín.
Su buen desempeño fue premiado por el Supremo Gobierno con la donación de miles de hectáreas vírgenes. Él con su esposa vivieron en sus terrenos tal como otros colonos, trabajando principalmente la madera que les proveían sus predios.
Don Anfión falleció, decidiendo doña Herminda vender las tierras e irse a Santiago.
En la capital, los dineros de las ventas los invirtió en propiedades urbanas, permitiéndole disfrutar de las ganancias, y de la música, que era muy importante en su vida. Algunas de sus propiedades estaban en Ahumada esquina Agustinas, en la alameda Bernardo O’Higgins, en calle Mac-Iver (al lado de la propiedad del Cardenal José María Caro), entre otras.
En Chillán, era dueña del terreno que hoy ocupa la Municipalidad.
Mientras vivió en Santiago, se volvió a casar. Esta vez con don Lisandro Anguita, quien aportó al matrimonio sus deudas, lo que con el tiempo no fue bien recibido, iniciando doña Herminda un juicio de separación total de bienes.
Doña Herminda no tuvo hijos en ninguno de sus matrimonios.
Doña Herminda Martín Mieres, falleció en el año 1937, en su casa de la calle La Marina de Viña del Mar, y fue sepultada en Santiago, manteniendo su nombre en el principal recinto hospitalario de Ñuble, un mínimo gesto para la gran generosidad de doña Herminda.
Texto basado en publicaciones de: Memoria Chilena, Marco Aurelio Reyes, Máximo Beltrán, Ministerio de Salud y Karen R.